Vie. Mar 29th, 2024

“Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones”, Salmos 51.1

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La vida del rey David es uno de los ejemplos más claros de arrepentimiento y adoración que los cristianos puedan encuentran en la Biblia. Y el famoso salmo 51 expresa el sufrimiento y desesperación del segundo rey de Israel luego de pecar terriblemente contra Dios.

No solo adulteró con mujer ajena, sino que mandó a asesinar a su esposo, un capitán del ejército. Cuando Dios le hizo caer en cuenta de su pecado por medio del profeta Natán, David reconoció el gran daño que había causado.

Entonces el Salmo 51 tiene una petición especial: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”.

Rectitud y pureza: dos ingredientes para vencer el pecado mediante el poder del Espíritu Santo.

Pablo lo dijo a los creyentes en Roma: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”.

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.

La lectura de la palabra, la renovación de nuestro espíritu, la confesión de nuestro pecado y la oración constante nos dará un corazón de carne, sensible a Dios y alejado del pecado.

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”, Apocalipsis 3.20.

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