¿Quién fue Marco Ospina, el artista colombiano que tendrá un homenaje en México?.
Marco Ospina Restrepo (Bogotá, 1912-1983) es, quizás, uno de los artistas más olvidados de la historia reciente del arte colombiano. Sin embargo, también fue uno de los más activos: duró más de medio siglo pintando e impartiendo clases de arte, animó con frecuencia la tertulia capitalina del café El Automático y participó en múltiples exposiciones colectivas e individuales. Muchos historiadores del arte nacional lo han catalogado como el pionero del arte abstracto en el país y su trayectoria ha sido estudiada en Colombia y en México, donde pasó gran parte de sus últimos años de vida.
Ospina fue egresado, profesor y director de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional, donde estudió entre 1930 y 1936 e impartió clases entre 1944 y 1983. Solo interrumpió esta labor entre 1951 y 1958, cuando fue destituido en el gobierno de Laureano Gómez debido a su reconocida militancia en el partido comunista, lo que le significó a él y a otros profesores su desvinculación del plantel.
En los 40 pintó las primeras obras abstractas del país como resultado de un estudio serio de contrastes de color y formas en obras como Capricho vegetal (1943) y Flor (1946), donde exploró diferentes posibilidades cromáticas y geométricas a partir de la observación de la naturaleza –las vetas de un madero o un primerísimo plano de los pétalos de una rosa– con un marcado acento lírico.
Pronto críticos como Walter Engel, Luis Vidales y Casimiro Eiger destacaron las innovaciones del pintor, en quien vieron un exponente de las más auténticas preocupaciones del arte moderno y de sus vertientes abstractas. Ospina continuó esta exploración durante más de dos décadas, pero también alimentó su obra con un originalísimo realismo que le permitió expresar en diversas obras las vicisitudes del paisaje de la sabana, al cual se dedicó con particular entusiasmo desde la década de los 60.
También se animó a participar en proyectos arquitectónicos de notable complejidad como la Iglesia de Fátima en el barrio Santa Fe, obra del arquitecto Juvenal Moya construida en 1953. Allí diseñó y ejecutó los vitrales, un mosaico y un mural, la ornamentación y el piso, donde se observan varias figuras simbólicas. En este trabajo da fe de los retos que asumió como creador y de su versatilidad como artista, pues en él experimentó con varias técnicas y materiales.
Sin embargo, su actividad no se limitó a la producción plástica, pues también fue teórico y tuvo una incursión crítica significativa en el caldeado ambiente artístico colombiano de mediados de siglo. A múltiples artículos en periódicos y revistas sumó dos obras que hacen gala de su capacidad de análisis: Pintura y realidad, publicada en 1947, y El arte como recreación de la vida, obra inédita de 1975. En estos ensayos, defiende la idea de que la abstracción es una expresión del ritmo artístico tan válida como el realismo y sienta las bases teóricas que le dieron sustento a su labor plástica.
No cabe duda de que la figura de Ospina es capital para entender los procesos y las transiciones que dieron lugar a la entronización del arte moderno en Colombia. Su estilo, de una riqueza cromática y compositiva excepcional, y su labor docente y crítica fueron la piedra angular de preocupaciones estéticas que despuntaron en décadas posteriores en las obras de artistas de la talla de Eduardo Ramírez Villamizar y Carlos Rojas, por solo nombrar algunos ejemplos.
La próxima semana el artista y su obra serán objeto de un homenaje en Ciudad de México, donde se inaugurará una exposición con parte de su obra en la UNAM y se ofrecerá un ciclo de conferencias en la librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica del 22 al 24 de febrero. Esta celebración coincide con el cuadragésimo aniversario de su fallecimiento, ocurrido en Bogotá en 1983. Allí, Álvaro Medina, Sergio Alejandro Ferro, Camilo Sarmiento Jaramillo, José Jairo Vargas, Reinaldo Tibaduiza, Jade Bravo y Zoraida Gutiérrez Ospina, nieta del artista, ofrecerán conferencias para difundir diferentes facetas de su vida artística, intelectual y personal. Este será un primer paso para rescatar la figura de este pintor bogotano que atravesó el siglo XX y cuya figura se resiste a ser olvidada y a reclamar el sitial de honor que le corresponde en la historia del arte colombiano.
* Historiador del arte y profesor de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario.