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Accesos a Bogotá: la pesadilla de conductores, pasajeros y empresas de carga.

Salir y entrar a Bogotá un domingo, puente festivo o después de fechas especiales como la Semana Santa es cada vez más una pesadilla. La congestión vehicular supera la capacidad que tienen las vías de absorber ese incremento en la demanda de carros y motos. Solo este fin de semana ingresaron a la ciudad cerca de 1’300.000 vehículos, donde el 30 por ciento eran motocicletas.

De los nueve corredores de acceso que tiene Bogotá, los más congestionados son la autopista Sur, la autopista Norte, la calle 80, la calle 13 y la salida al Llano, vías que con el pasar de los años se quedaron pequeñas para la cantidad de personas y mercancías que por ellas se movilizan.

La congestión vehicular es un problema sobrediagnosticado cuyas soluciones se han quedado en acciones que responden a la coyuntura, como el pico y placa regional, restricciones temporales a los vehículos de carga, contraflujos, modificación de horarios de viaje y mayor presencia policial, acciones que, poco a poco, están perdiendo efecto porque cada vez es mayor el número de vehículos que se mueve por estos corredores. Y aunque se han hecho inversiones en mejorar la infraestructura, esta tarda tiempo en entrar en operación.

No es un tema exclusivo de los procesos propios de conurbación urbana, donde muchos bogotanos han optado por irse a vivir a los municipios vecinos, pero manteniendo sus vínculos laborales con la capital; también porque en los últimos años han crecido las construcciones y la oferta de condominios de descanso en municipios un poco más retirados que tienen un mejor clima. Basta con ver la cantidad de ofertas de apartamentos en Fusagasugá, Ricaurte, Villeta o La Mesa, proyectos que son atractivos en términos económicos y que llaman la atención de muchos bogotanos, quienes, a su vez, están viajando con más frecuencia hacia estos destinos.

Operación Retorno en la autopista sur este 9 de abril de 2023.

Foto: 

Néstor Gómez. 

Mientras eso ocurre, Bogotá y la nación están realizando cuantiosas inversiones en mejorar varios puntos de acceso, como la ALO Sur, la calle 13, la carrera 7.ª y la autopista Norte, proyectos que aún demoran en su fase de construcción, pero que de alguna manera van a aliviar mucho la congestión vehicular hacia estos puntos cardinales. Varias de estas obras serán financiadas gracias a que Bogotá logró que le reconocieran un porcentaje del recaudo de los peajes.

Pero las inversiones no pueden concentrarse exclusivamente en un solo modo de transporte. Hay que apostarle a recuperar la red férrea y hacer más expeditos los tiempos para otorgar licencias y permisos. El Regiotram de Occidente, que es una buena solución, hoy tiene dificultades por licencias ambientales. Igual sucede con la ampliación de la vía a Cota, que lleva décadas diseñada y no le sobran anuncios, pero nada que se concreta.

Mientras tanto, viene avanzando, a buen ritmo, la ampliación del acceso por la autopista Norte y la 7.ª en lo que corresponde al tramo previo al límite con Bogotá. Esperemos que el Distrito también haga lo mismo y cumpla en el tiempo estipulado con el tramo urbano que le corresponde.

Es evidente que las soluciones de movilidad requieren un enfoque más amplio, que no es solo responsabilidad de Bogotá. Por lo tanto, resulta importante consolidar la Región Metropolitana, pues esta figura ayudará mucho a llevar a cabo acciones coordinadas para resolver los problemas de transporte de pasajeros, logística y carga en todos los municipios de la región que aceptan la figura.

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