¿Música y sabores mexicanos? Escoja entre La Santa y La Chula
Ambas propuestas de cocina y ambiente mexicano tienen varias sedes, en Bogotá y otras ciudades. Los dos lugares tienen momentos de música en vivo, ideales para cumpleaños o el Día de la Madre.
Ofrecen llamativos guacamoles y platos que reflejan el sabor y el espíritu de México.
La Chula: ‘Carta ancestral llevada a lo gourmet’
Una de las grandes fortalezas de La Chula –en cualquiera de sus sedes en Bogotá– es que las presentaciones en vivo tienen grandes y potentes escenarios, con luces y sonidos para albergar conjuntos de mariachi o norteños.
En La Chula Campestre (en alrededores del castillo Marroquín, en Chía) hay incluso escenarios simultáneos (el interior y al aire libre).
Pero la marca estrenó recientemente una sede nueva en la zona T (aunque también hay otra en la 116). También allí se alternan grupos musicales y DJ para la fiesta nocturna y los encuentros familiares, al almuerzo.
La presentación de la comida tiene su encanto a la vista. Los tacos de birria, que están tan de moda, llegan a la mesa con su correspondiente caldo –que en el lugar parece más una salsa– y conquistan fácil.
Las pescadillas, unas empanaditas fritas, crocantes, de diferentes colores, rellenas de pescado, llegan colgadas, a manera de ropa en tendedero, lo que le da cierta presentación divertida. Además son deliciosas.
Con los cortes de carne, el lugar se permite el show del flambeado en tequila, en el lomo marinado con especias.
“Tenemos una carta ancestral mexicana, llevada a una presentación gourmet”, dice el chef Fabián Vidal, que, antes de diseñar la carta –actualizada hace dos semanas–, estudió la cocina mexicana en ese país.
“Tenemos un arroz a la tumbada, original de Veracruz, lo traje al paladar colombiano. Tiene los ingredientes muy mexicanos, pero lo hice más suave con el picante”, dice.
El chef buscó platos con historia, como el pollo en mole rosa, un platillo alusivo a la catedral de Taxco (Guerrero). “Una catedral que construyeron con ladrillo rosa y le dedicaron un platillo –dice Vidal–. Era un mole. Nosotros le agregamos pollo”. Y está su interpretación de la barbacoa, en horno de tierra.
Para las noches de fiesta, hay cocteles con los tragos famosos de México. Y las entradas se piden para compartir. Así llegan los tacos, las flautas ahogadas (tortillas rellenas de pollo y res fritas en salsas), el mogo mogo, que el chef describe como un “aborrajado de plátano relleno de mole poblano, con salsa de piloncillo (panela, para nosotros) y chile guajillo” o las tostadas de jaiba que se hacen como homenaje a Veracruz.