En Brasil, un coleccionista "loco" por los manuscritos... y por Proust.
Í Debería usar una camisa de fuerza!”, exclama Pedro Correa do Lago, el brasileño que asegura haber reunido la colección privada de cartas autógrafas y manuscritos más grande del mundo, incluida una cantidad invaluable sobre Marcel Proust, a quien venera.
“Está frente a un señor loco, en una casa un tanto extraña con un desorden increíble. Es fruto de una pasión de más de 50 años”, explica este historiador del arte, mientras recibe a la AFP en la casa a la que se mudó hace poco en el acomodado barrio de Gavea, en Rio de Janeiro.
Voy a cumplir 65 años y desde los 12, 13 he acumulado la mayor colección de autógrafos del mundo
“Voy a cumplir 65 años y desde los 12, 13 he acumulado la mayor colección de autógrafos del mundo”, asegura este hombre alto y barbudo, que guarda firmas, pero sobre todo cartas, manuscritos, fotos y dibujos.
La “ambición desmedida” de esta colección de más de 100.000 piezas es “reflejar la cultura occidental de los últimos cinco siglos”, dice Correa do Lago.
Además de piezas sobre el famoso novelista francés de principios del siglo XX, Correa do Lago tiene documentos escritos por Newton, Mozart, Darwin, Picasso, Einstein, Borges… “Mi mujer llama a los vendedores de autógrafos mis ‘dealers'”, bromea quien califica la obsesión de una vida como “un virus, una enfermedad”, pero que “le ha traído mucha alegría”, a pesar de algunas zozobras económicas.
Hijo de un diplomático que recibió “una educación privilegiada”, Correa do Lago representó a la casa de subastas Sotheby’s en Sao Paulo durante 26 años, dirigió la Biblioteca Nacional de Rio y fue curador de varias exposiciones sobre Brasil.
Fundó con su esposa Bia, hija del célebre escritor brasileño Rubem Fonseca, la editorial de libros de arte Capivara y escribió una veintena de libros.
El “fetichismo” por Proust
El inicio de su consagración llegó en 2018, cuando la Biblioteca Morgan de Nueva York dedicó una exposición a su colección, exhibiendo 140 de sus documentos.
“Era la primera vez que exhibían una colección privada de manuscritos”, se jacta Correa do Lago. Más de 80.000 visitantes pudieron contemplar un dibujo de Miguel Ángel, una carta de Flaubert a Victor Hugo, otra de Mozart a su padre, manuscritos de Einstein, Newton o Darwin, la portada de cantatas de Bach y un pergamino de 1153.
También se exhibió un borrador de la primera oración de la obra maestra de Proust, “En busca del tiempo perdido”, antes de que el escritor se decidiera por la famosa frase “Durante mucho tiempo, me acosté temprano…”.
Si bien consiguió muchos originales de Flaubert, Baudelaire, Victor Hugo o Toulouse-Lautrec, Correa do Lago formó un excepcional acervo sobre Proust.
“Proust es objeto de un fetichismo absoluto, no puedo escapar de él”, admite este hombre que habla en perfecto francés y relee “todo el tiempo” fragmentos de “En busca del tiempo perdido”.
Compró su primera carta de Proust a los 20 años, cuando vivía en Nueva York. Tenía 500 dólares para vivir ese mes y pagó 200 por la misiva, que encontró en una pequeña tienda.
“Era una carta de extraordinaria importancia escrita a Grasset”, la editorial francesa, en un momento en que Proust buscaba un editor, dice.
Hace 10 años, Correa do Lago compró a una sobrina nieta de Proust fotografías, incluidas las únicas tomas originales de su apartamento en París, en un pequeño lote de unos pocos cientos de euros.
También pudo adquirir 90 cartas del escritor. “Me conmueve mucho tener en mis manos (…) el mismísimo papel que él tocó”, explica.
Un manuscrito de Borges
El año pasado, con motivo del centenario de la muerte de Proust, Correa do Lago prestó varias piezas a la Biblioteca Nacional de Francia. También hizo “muchos amigos entre los proustianos” al publicar en octubre el libro “Marcel Proust, una vida de letras e imágenes”, con 450 documentos de su colección, la mayoría inéditos.
“Un brasileño desconocido entre los entendidos (…) que escribe un
libro sobre Proust, íestaba un poco nervioso!”, se ríe. Correa do Lago viajó mucho en busca de contenido original e “interesante”.
“Iba a subastas, tres o cuatro veces al año, a Europa y Estados Unidos”, dice. ¿Su mayor locura financiera? El manuscrito del cuento “La Biblioteca de Babel”, del argentino Jorge Luis Borges, que pagó “en cuatro años, el precio de un auto”.
“Yo no tenía fortuna personal. Todo lo que gané en mi vida lo invertí en mi colección”, señala. “Tal vez podría haber gastado (más) en mi familia, pero nunca se quejaron de eso”, concluye entre risas.