Las imágenes parecen sacadas de una película distópica. En una se ven largas hileras de recién nacidos en sus cunitas atendidos por varias mujeres. En otra, estas tienen en brazos a los bebés y sonríen a cámara, o eso se intuye bajo las mascarillas que les cubren nariz y boca. También les cambian el pañal o les dan un biberón, con las manos enguantadas. Son trabajadoras de una empresa de gestación subrogada de Ucrania y están al cargo de los bebés, nacidos durante el confinamiento por la pandemia, hasta que las familias extranjeras puedan ir a recogerles. “El coste de mantener a un niño ha bajado de 50 euros a 25”, reza el anuncio de BioTexCom, la mayor compañía en este sector del país.
Tras conocer el caso, la diputada y encargada de Derechos Humanos de la Rada Suprema (Parlamento) de Ucrania, Liudmila Denísova, ha reclamado una investigación policial y garantías del bienestar de los menores bajo la tutela de BioTexCom. “La empresa nos ha informado de que hay cerca de 100 bebés nacidos durante la cuarentena que están esperando a sus familias del extranjero”, asegura por teléfono Denísova, que afirma que su equipo ha constatado que de momento los niños están bien atendidos.
La pandemia de coronavirus ha puesto bajo el foco el negocio de los vientres de alquiler en Ucrania, uno de los principales destinos del mundo para las familias que recurren a esta práctica. Este caso, que ha despertado una gran atención en un país donde el de los vientres de alquiler no es un tema de debate, llega además después de otro escándalo que terminó hace unas semanas con la desarticulación de un grupo que se dedicaba a la falsificación de documentos y a organizar matrimonios ficticios para acceder a este sistema. Cada vez son más numerosas las voces de la política ucrania que piden que el Gobierno revise la ley.
Vídeo de promoción de BioTexCom.
A diferencia de otros países, Ucrania permite a los extranjeros recurrir a esta práctica, aunque solo si se es un matrimonio heterosexual que demuestre problemas de fertilidad, y es necesario que uno de los progenitores tenga vínculo genético con el bebé. Sin embargo, la parte comercial de la práctica no está regulada, lo que ha incubado un negocio opaco y un proceso poco transparente. De hecho, las autoridades no recogen datos de cuántos bebés nacen de un vientre de alquiler, aunque las estimaciones de los expertos apuntan a unos 2.500 al año.
Salvoconductos para entrar en Ucrania
Decenas de parejas de todo el mundo que habían contratado la gestación de un bebé en Ucrania, uno de los destinos predilectos de los vientres de alquiler, se encuentran ahora con que no pueden ir a recoger a sus hijos y exigen a sus gobiernos salvoconductos para viajar a Kiev. Mientras, los niños permanecen en maternidades como la que aparece en el vídeo de BioTexCom sin ser registrados, al no estar sus padres allí para hacerlo. Ucrania cerró sus fronteras el 16 de marzo. En Francia el caso ha llegado al Consejo de Estado, que decidirá sobre la cuestión en los próximos días. Una veintena de familias españolas, según dos fuentes que no quieren ser identificadas, están en esa situación. Pese a que el Ministerio de Asuntos Exteriores desaconseja acudir a Ucrania por falta de seguridad jurídica y sospechas de mala praxis médica, contrataron un vientre de alquiler allí y ahora no pueden ir a recoger a los bebés.
Los bebés que muestra el vídeo de BioTexCom están en el hotel Venecia, uno de los alojamientos que la compañía ofrece, dentro de sus programas, a las familias cuando llegan para iniciar los trámites o para recoger al bebé. Las imágenes de su web muestran la decoración barroca, los muebles floridos y las paredes empapeladas. Solo en el hotel Venecia, el equipo de Denísova vio 51 menores: 15 de ellos con las familias, en espera de poder sacarlos del país; y otros 36 —que nacieron durante el confinamiento ordenado por Ucrania— sin familia. “Los bebés tienen un certificado de nacimiento que dicta que son hijos de padres extranjeros”, explica la diputada. Además, hay unas cuantas decenas de bebés más alojados en apartamentos y apartoteles en distintos puntos de Kiev, que la compañía suele utilizar también para alojar a las parejas, sobre todo aquellas con paquetes VIP.
Medidas especiales por la cuarentena
Svitlana Tkachenko, responsable de uno de los departamentos de BioTexCom para clientes extranjeros, asegura que han puesto en marcha medidas especiales debido a la cuarentena. Una de ellas es ese sistema de cuidados y niñeras. “No tuvimos más remedio que introducir dicho programa. Tomando como base nuestro hotel hemos equipado un local especial con todas las condiciones para mantener a los niños en cuarentena”, explica por correo electrónico. “Todas las niñeras que están en contacto con los niños tienen una educación médica básica y también están sujetas a los exámenes médicos más estrictos, y no salen del hotel”, añade Tkachenko, que apunta las familias pueden solicitar comunicarse con el bebé por videollamada.
“Dada la difícil situación económica, decidimos reducir el precio a 25 euros por día. Entendemos que en las condiciones actuales no se trata de obtener ganancias, que los niños están temporalmente sin padres no por su voluntad, por lo que fijamos el precio incluso por debajo del coste”, asegura la responsable de la compañía.
BioTexCom no revela las nacionalidades de las familias que ya están Ucrania y que esperan que el confinamiento termine para salir del país o poder completar los trámites. Tampoco la de aquellos que tienen que entrar todavía en este país del Este para recoger al bebé. Aunque entre ellos hay “bastantes de España”, dice Tkachenko, que critica a las autoridades españolas por no garantizar ni agilizar los procesos. En España, la práctica de los vientres de alquiler es ilegal. “Con el confinamiento, el número de parejas [que recurren al servicio de niñeras] está creciendo cada día y estamos considerando ampliar los alojamientos para los niños”, comenta Tkachenko.
“Para que las familias puedan viajar, tiene que mediar la Embajada española para conseguir un salvoconducto a través del Ministerio de Asuntos Exteriores de Ucrania, y no lo están haciendo”, explica una fuente conocedora del proceso. La Asociación de familias por gestación subrogada en Georgia y Ucrania (Apingu) denuncia que “los derechos del niño están en grave peligro” y que los bebés quedan “expuestos a la negligencia y al sufrimiento”. Si ahora el problema es entrar en Ucrania, hace unas semanas era salir. Las familias que habían volado antes de que el país cerrara sus fronteras se han encontrado con muchas dificultades para regresar.
La práctica no solo está prohibida en España sino que además Exteriores no permite inscribir a los niños en el Registro Civil, con lo que no pueden obtener pasaporte español. Los bebés salen de Ucrania con pasaporte ucraniano, un proceso lento que ha alargado la estancia de muchos españoles en el país. Siete familias volaron a España el 7 de mayo pasado y otras cinco siguen en el país con los trámites, según Exteriores. Ninguna de las familias contactadas quiso hacer comentarios.
En los tribunales en Francia
En Francia hay una veintena de familias afectadas, según la abogada de familia Catherine Clavin. “El Gobierno francés no les está autorizando que viajen a Ucrania a recoger a sus hijos recién nacidos”, explica, y señala que otros países sí han enviado notas verbales (comunicaciones oficiales escritas que usan las misiones diplomáticas) para permitir que sus ciudadanos viajen a este país. En cambio, a Kiev están llegando sin problemas familias del Reino Unido, Suecia, Irlanda y Argentina, señalan en una agencia española. En Francia la práctica de contratar un vientre de alquiler, o gestación subrogada, está prohibida. Pero, a diferencia de la legación española, la Embajada francesa en Kiev sí está dando pasaporte a los bebés. Una pareja, Karine y Thierry, clientes de Clavin, ha llevado el caso a un tribunal administrativo de París, que ha decidido que no le compete pronunciarse sobre una decisión que considera una cuestión diplomática y que no corre prisa. Han recurrido al Consejo de Estado, órgano consultivo del Gobierno, y según la abogada la decisión es inminente.
Según los datos que maneja la encargada de Derechos Humanos de la Rada, al menos otros 52 bebés nacerán en las próximas semanas. Y esto solo teniendo en cuenta las cifras de BioTexCom, la más grande en ese magma de empresas e intermediarios. Pero hay otras en situación similar, indica Jasia Kolesnyczenko, que lleva años en este sector y que ahora es responsable de una agencia que pone en contacto a mujeres donantes de óvulos con clínicas.
El defensor de los derechos de los niños de Ucrania, Mykola Kuleba, considera la situación de los menores “vergonzosa” y llamó a abordarla de inmediato con una regulación estricta de la “práctica comercial de la subrogación” de la que cree que deberían ser excluidos los extranjeros. “La subrogación es la explotación de las mujeres para obtener ingresos de negocios privados y satisfacer las necesidades de los adultos, pero viola los derechos del niño”, ha declarado.
Trámites afectados por la cuarentena
Por lo general, las empresas están instalando a los bebés, al cuidado de niñeras, en los alojamientos –normalmente apartamentos o apartoteles— que solían destinar a las familias. “Pero los precios de las niñeras verdaderamente cualificadas han crecido porque hay mucha demanda y moverse no es nada fácil. La situación es complicada”, señala el abogado especializado Sergii Antonov, que explica que la cuarentena no solo ha afectado a las entradas en el país sino también ha dilatado todos los demás trámites. “Muchos extranjeros que planeaban recibir los permisos se están viendo afectados por el cierre de embajadas u otros servicios”, apunta el abogado. El plazo para que el bebé reciba el pasaporte es de tres meses y ahora, dice, no hay ningún tipo de procedimiento rápido.
Las compañías aseguran también que han puesto en marcha servicios de seguimiento para las madres en sus ciudades. En Ucrania, muchas de las mujeres que participan en los programas de vientres de alquiler son de fuera de la capital y de la región central; muchas proceden de las zonas más rurales y debilitadas económicamente. Viajan a Kiev para las últimas etapas del embarazo y se alojan allí en pisos de las compañías; distintos y en distintas condiciones a los de las familias, por lo general unas seis por apartamento. Cobran entre 10.000 y 14.000 euros, según la mayoría de los contratos. Ahora, con el confinamiento y las restricciones de movimiento dentro del país, todo ese sistema está contra las cuerdas.
Ucrania empieza a reactivar poco a poco la economía y el funcionamiento de las instituciones. Ya han abierto restaurantes y negocios, y ha salido algunos vuelos de repatriación. En algunos han viajado familias con bebés recogidos en Kiev, entre ellos las siete parejas españolas. Pero todavía no hay una fecha para levantar las restricciones generales de movimiento. Mientras tanto, la diputada Denísova está preparando un protocolo especial para que las familias obtengan permiso del Ministerio de Exteriores ucranio para entrar o salir a recoger a los menores varados en Ucrania.
MEDIO CENTENAR DE EMPRESAS DEDICADAS A LOS VIENTRES DE ALQUILER
Los controles han sido laxos y en Ucrania, el segundo país de Europa más pobre después de Moldavia, el único con una guerra abierta del Viejo Continente desde 2014, que ha dejado ya más de 13.000 muertos, han florecido al menos una cincuentena de empresas o clínicas que se dedican a este negocio. Sobre todo después de que hace cinco años otros destinos más asequibles como India, Nepal o Tailandia prohibieran o restringieran la práctica. Ahora hay allí desde grandes compañías como BioTexCom, con cientos de clientes y departamentos orientados a países como Reino Unido, España o Australia e intermediarios y agencias por medio mundo, a clínicas medianas o pequeñas, que solo se dedican, por ejemplo, a buscar a mujeres donantes de óvulos. También un buen número de abogados o bufetes que ayudan con los trámites legales para sacar a los menores del país. Ese paquete, que puede costar unos 50.000 euros –sin contar gastos de viaje o legales–, puede incluir además de ese alojamiento, una asistenta que se ocupa de la limpieza, comestibles, una persona de guardia a distancia las 24 horas del día e incluso una niñera para los primeros días. El precio medio es de unos 40.000 euros. Menos de la mitad, o incluso la tercera parte, de lo que cuesta en Estados Unidos.
Nota: Noticia tomada del diario “EL PAIS”