Dom. Sep 8th, 2024

Artistas plásticos colombianos que entretejen sus obras, en España

El Centro Cultural Gabriel García Márquez de la Embajada de Colombia en Madrid expone un tejido a lo largo de tres pisos. Es el tejido cultural, artístico y social de tres artistas colombianos: Camilo Rozo, Vivianyan y Victoria Eugenia García Moreno, que con sus obras y estilos particulares establecen un diálogo en el que también participan fotografías del archivo Arkhé.

 
 

Con once obras, Vivianyan da la bienvenida al lugar. Se trata de un trabajo elaborado con resinas y artesanías colombianas. “Me gusta la resina porque es un material transparente y moldeable, que permite dejar agujeros y expresar una parte narrativa”, explica. “Al entretejer la resina, como fuera de la gravedad, con artesanías de diferentes regiones y etnias de Colombia pretendí enaltecer el legado de los indígenas y la cultura afrodescendiente en la sociedad actual colombiana”.

                                                                                 

Las obras fueron realizadas en técnicas mixtas que mezclan fotografía con resina y fragmentos de lana, de sombreros y de imágenes de rostros, entre otros.

Fragmentos de tejidos de lana, de sombreros, imágenes de rostros y un colibrí que parece suspendido en el aire son ingredientes claves en esta interpretación de la herencia y de la identidad colombianas. “He trabajado respetando las piezas, pero entretejiéndolas con mi material para crear una obra actual”, señala Vivianyan.

Llama la atención un mapa de Colombia, también con resina, en un marco. “Es un mapa que despierta una contradicción entre rechazo y aceptación”, explica. “Un mapa no deja de ser un lugar que separa y encierra, que define personajes políticos y un eje económico, pero también es un lugar de encuentro, que sujeta a la familia, que da alimento y vestido, que nos identifica como territorio y por el que los indígenas y afrodescendientes han luchado para mantenerlo”.

La obra de Rozo también destaca el protagonismo indígena y afrodescendiente, una de las condiciones de la convocatoria de las exposiciones. Las 72 fotografías, muchas de ellas tomadas en lugares recónditos y de difícil acceso, están organizadas en cuatro segmentos. Uno se llama ‘Estos ojos son mi sangre’; en él se expone, entre otras imágenes, la de Wikdi, un niño indígena que debía caminar durante cinco horas diarias para ir y volver a la escuela. Sobre él escribió Alberto Salcedo Ramos en un reportaje premiado de Soho, que contó con el complemento fotográfico de Rozo.

Otro bloque es ‘Estas manos forjan nuestra tierra’, donde se pueden ver desde una chamana del Amazonas hasta una niña que batuquea oro, pasando por unos niños con una tortuga de un programa de protección en el Chocó, el río Quito y una niña embera tejiendo un cesto. Tejiendo, sí, como esta exposición, pero a su manera.

“ ‘Sierra adentro’ está dedicado al paisaje andino, que concentra lo indígena, como en la Sierra Nevada de Santa Marta”, explica Rozo sobre otro de los bloques. En este se aprecian tanto los seres humanos como el bello territorio que habitan.

Otro se llama ‘Diversidad carnavalera’ y muestra la alegría de nuestros pueblos. Destaca una foto de un hombre de la tribu farota disfrazado de mujer, en recuerdo, según cuenta su autor, de una vez en que los varones de la etnia se vistieron como mujeres para sorprender a los conquistadores españoles que las violaban cuando ellos estaban ausentes.

Las obras fueron realizadas en técnicas mixtas que mezclan fotografía con resina y fragmentos de lana, de sombreros y de imágenes de rostros, entre otros.

Periodismo y arte

Sobre el matrimonio entre periodismo y arte que se ve en sus fotografías, Rozo señala que su intención “no es solamente congelar una acción”, sino darle otra mirada. “Dedico un tiempo a buscar ángulos, recomponer objetos y utilizar equipos que ayuden a destacar los personajes y los momentos”, dice. “Es periodismo porque estoy narrando algo, pero al tiempo me tomo la libertad de proponer cómo cuento yo a mi manera la historia”. Explica que los autores de los artículos realizan su trabajo (“ellos también están haciendo arte”, asegura) y él, como fotógrafo, conversa con ellos para desarrollar su propio discurso independiente, pero que no choque con el de ellos.

La creación de García Moreno, por su parte, es pictórica y constituye un carnaval de colores. Trabajó para su tesis doctoral de Bellas Artes con la comunidad wiwa de Gotsezhi, en Magdalena, donde realizó estancias y etnografías entre 2015 y 2020.
De allí surgió su obra Hilos de oro. “Con ella le rindo tributo a esta comunidad; en especial a las mujeres indígenas que me enseñaron a tejer y que en la Sierra Nevada no solo se teje con el hilo y con las agujas, sino que hay tejidos materiales e inmateriales”, explica. “Se teje a través de la palabra, del canto, de la danza, del encuentro de dos indígenas”.

Las obras fueron realizadas en técnicas mixtas que mezclan fotografía con resina y fragmentos de lana, de sombreros y de imágenes de rostros, entre otros.

En total son 135 piezas, aunque en la exposición figuran solo 20. “Mediante fotografías, pinturas, libros de artista, tejidos, videos y performance presento las conexiones con el territorio y con la comunidad”, señala.

“En la obra pictórica que presento aparecen pinceladas en forma de tejido”, dice. “Y aparece dentro de mi paleta un color nuevo para mí: el dorado”, cuenta. Hay en general tonos alegres y vistosos. “Los hilos de oro surgen en medio del río El Encanto. Ellos nos recuerdan las filigranas de los tayrona; también son el testimonio del ritual de pagamento que hacen los mamos en las lagunas sagradas donde nacen los ríos, que como venas nutren la sierra y van hacia el mar”.

Las obras de los artistas colombianos —los tres residentes en España— están acompañadas por fotografías del archivo Arkhé, que es una institución sin ánimo de lucro que recopila imágenes y documentos relacionados con el arte latinoamericano. La sede de Madrid tiene una sala de exposiciones y un centro de documentación dedicados al arte moderno iberoamericano y a la historia cultural LGTBI, de la que posee una completa colección.

El Centro Cultural Gabriel García Márquez abre con estas obras sus puertas al público. Hasta ahora solo operaba dentro del marco de la feria de arte ARCO, pero a partir de este año presta su espacio a diversos artistas.

En esta ocasión, un comité fue el encargado de seleccionar las obras. Estuvo formado por Halim Badawi, crítico y curador de arte; Carolina González, economista especializada en gestión cultural; y Johan Posada, especialista en ejecución de proyectos socio-culturales. María Andrea Torres, ministra plenipotenciaria responsable de los temas de cultura y educación de la embajada, actuó con voz y sin voto. La exposición estará abierta hasta el 15 de septiembre, y a partir del 6 de julio comenzó una nueva convocatoria para determinar los próximos artistas que llevarán sus obras al recinto.

 
 

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